Adiós, el mundo empresarial
Siento que el mundo empresarial asfixia las otras etapas de nuestra vida.
¿Qué etapas? Las etapas en las que aún somos niños y las etapas en las que somos gradualmente expulsados del mercado laboral.
¿Qué argumento extraño es este?
Este argumento pretende dar valor a etapas de la vida que, quizás, estemos culturalmente condicionados a subvalorar.
Mi tesis es que la vida profunda comienza desde siempre, y no solo, gradualmente, cuando nos vamos acomodando en el mercado laboral.
Pero las empresas quieren nuestro meollo trabajador de la vida.
Las empresas no son personas. Son abstracciones que apuntan a buenos trabajos, usualmente generando lucro cuando trabajan bien.
Apuntar a buenos trabajos exige reclutar a los mejores profesionales para sí. En la medida de lo posible.
Hace algunos siglos nosotros necesitamos trabajar para mantener “todo” más o menos funcionando.
Estos siglos de foco en el trabajo nos condicionan a preparar a los niños para el trabajo y, después del trabajo, preparar a los más ancianos para la expulsión del mercado laboral.
Guarderías y asilos, podríamos resumir en dos servicios conocidos.
Esta tesis puede ganar relevancia en caso de que sea verdad que la automatización, ahora turbinada por la inteligencia artificial, consiga expulsar a los humanos del foco en el trabajo.
Robots e IAs podrían trabajar más - cada vez más y más - por nosotros.
En la práctica del día a día, esta tesis pregunta:
¿Cuántas horas de la vida de un niño las niñeras necesitan sustituir a los padres, que están trabajando?
Incluyendo las propias niñeras, que pueden necesitar dejar a sus hijos con otras personas por algunas horas también.
Es en puntos como este que siento que la cultura del mundo empresarial subvaloriza las demás fases de la vida.
Los niños están enfocados en estudiar. Prepararse. ¿Para qué? Para el trabajo, principalmente.
Los ancianos, lindas fuentes de la más profunda experiencia, quedan solitarios, pues el resto del mundo está trabajando - o en guarderías.
¿La alegría profunda de un bebé, o de un niño en variadas edades, es menor por no poder trabajar aún?
Nada menor. Yo diría que es una fase única, de una alegría infinita.
Pero tratamos como si fuesen personas inferiores, en el sentido de que no pueden trabajar aún.
Un día podrá no existir más esta pequeña tiranía del trabajo, succionando las fases anterior y posterior de la vida para dentro de su remolino empresarial.
Ahí, humanitos y humanotes, de todas las fases, tendrán su risa, su llanto, su descubrimiento, su constatación, su palabra, valoradísimos, sin ser empujado para dentro o para fuera de un remolino de CNPJs.
¿Vamos observando?.
