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Cuando la Máquina Piensa, el Hombre Siente

Vladimir Dietrich · July 14, 2025 ·3 min read

Hace poco más de cien años no había ni coche. Ni luz eléctrica.

Esa es la velocidad de la razón. De la invención. De la tecnología.

¿Y los sentimientos?

Los sentimientos humanos son aproximadamente los mismos, incluso hace diez mil años.

Esta introducción me sirve para proponer que la razón tiene una curiosidad sin fin, mientras que las emociones son esencialmente las mismas.

Esta proposición ayuda a predecir hacia dónde la inteligencia artificial podrá empujarnos: (de vuelta) a nuestras emociones. ¿No?

En Jubilación de la Razón propongo que la IA sustituirá predominantemente nuestro lado racional - literalmente el lado izquierdo del cerebro. Dejando espacio para que el otro lado, el lado conectado a nuestros sentimientos, sensaciones, emociones, (vuelva a) brillar.

Daniel Siegel nos enseña que los dos lados del cerebro son importantes, por eso el grueso cuerpo calloso conecta ambos lados del cerebro.

A través de las sinapsis en el cuerpo calloso, emociones más razón entran en equilibrio, obteniendo del conjunto las características de sistemas complejos: adaptabilidad, flexibilidad (etc).

Podríamos simplificar que sólo el lado derecho actuando tiende hacia el caos, berrinches, destemplanzas, aquellas peleas de tráfico de las que sólo después la persona se arrepiente (etc).

También podemos simplificar que sólo el lado izquierdo actuando tiende hacia la rigidez, con una frialdad distante, listas y listas, análisis y análisis, sin decisión, sin impulso.

Si la IA realmente sustituye nuestra necesidad de usar el lado izquierdo, el lado de la razón, del cerebro, ¿podemos desequilibrarnos?

Es buena pregunta.

Una hipótesis que me aparece es la de que ya estamos usando demasiado el lado izquierdo del cerebro y de menos el lado derecho, de las emociones, sensaciones, sentimientos. El propio Daniel Siegel aboga por esto en algunos de sus libros. Gelong Thubten, un monje inglés, también describe esto, siento.

Si esta hipótesis tiene fundamento, entonces la IA estará ayudando a reequilibrar nuestra máquina compleja de razón más emoción.

Voy a divagar ahora sobre razón sin fin - y emoción finita.

Siento que nuestro lado razón nunca para de inventar cosas. Por eso en poco más de cien años inventamos tanta tecnología. Ya nuestras emociones siguen siendo las mismas: alegría, tristeza, miedo, rabia (etc).

Podemos inventar arreglos sociales variados para lidiar con estas mismas emociones: matrimonios arreglados, amor romántico. Monogamia, poligamia (etc).

Pero estos arreglos buscan lidiar con las mismas emociones, esencialmente.

Si la IA desequilibra nuestra capacidad de usar tanto el lado izquierdo como el lado derecho del cerebro, pendiendo para que usemos demasiado el lado derecho, sustituyendo el uso del lado izquierdo por las IAs, podremos tender hacia el caos, desde el punto de vista del análisis de sistemas complejos.

Berrinches, emociones descontroladas y comportamientos similares no tendrán más, tanto, el equilibrio de la razón.

¿Podremos tender hacia el caos?

Y antes de la IA, si realmente estamos excesivamente racionales, ¿estamos, entonces, antes de la IA, tendiendo hacia la rigidez, con uso excesivo de la razón en detrimento de sentimientos y emoción?

En Un Mundo Feliz una tribu que no se somete a las nuevas tecnologías - como los Amish en los EEUU, aproximadamente - sería una manera de mostrar que la emoción no necesita de tecnología, propongo esta interpretación. Si nos conectamos con nuestras emociones y sentimientos, podríamos aún estar descalzos en la selva, por un trillón de años más (hasta que el sol se apague).

Ya explorando nuestra capacidad de racionalizar, de inventar tecnologías, nunca hay fin: siempre querremos descubrir más planetas y cosas menores que el mejor microscopio de la época nos exhibe. Incansablemente.

Creo que yo debería empezar a pensar en estos asuntos, pensar un poco nosotros, el mundo, con estas herramientas y punto de vista de la razón y emoción.

Por ahora sólo esparzo las herramientas en la mesa.

¡Inconcluso! Aún.